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sábado, 13 de septiembre de 2014

MARIO PANTOJA Y LA POESÍA ERÓTICA EN CUSCO


ESCRITURA QUE PROVOCA
(EROTISMO DESBORDANTE, INTERTEXTUALIDAD Y ABANCAY EN LA POESÍA DE MARIO PANTOJA)

Por  Niel Palomino Gonzales


I.              RESUMEN
El tema central del presente artículo es el poemario Memorias del deseo de Mario Pantoja. Del texto se  investiga tres aspectos fundamentales: el erotismo desbordante, la intertextualidad y la ciudad de Abancay. Los métodos seguidos son la hermenéutica, la semántica textual y la semántica léxica. Según ello, transcribimos los poemas y luego analizamos, comparamos, interpretamos, las palabras usadas en los poemas y también al texto en conjunto.  De esa manera llegamos a afirmar lo siguiente: El poeta cusqueño Mario Pantoja  ha volcado su vida a la escritura de poemas desde 1970. El estilo predominantemente obsesivo de ese ejercicio creativo es lo erótico. Así, Pantoja, en la mayoría de sus poemas exalta  el deseo sexual que despierta  la sensualidad del cuerpo femenino y el goce carnal de los amantes como una metáfora dicotómica de la vida  frente a la muerte, dando de esa manera universalidad a su poemario. En la poética de Pantoja se nota una intertextualidad latente y patente. Asimismo, Abancay, por ser cuna  de mujeres bellas, sensuales y apasionadas, es también cuna del  amor, del placer y de la inspiración.

II.            PALABRAS CLAVE
Abancay/ Alusión/ Contexto/ Erotismo/ Enunciación/ Enunciado/ Hipertextualidad/ Intertextualidad/ Paráfrasis/ Paratextualidad/ Texto.

III.           DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS

Nacido en Cusco el año 1947, Mario Pantoja es docente principal del Departamento Académico de Lingüística de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, poeta representante de la Generación 70 de la Poesía Cusqueña, investigador, crítico literario, antologador y maestro a carta cabal en la Facultad de Educación de la UNSAAC, donde regenta la cátedra de Literatura Peruana e Hispanoamericana.

Ensayos literarios y  suyos son publicados en la revista Sieteculebras y otras de la región y del país. Ha publicado libros como Los actos semejantes (ensayos, Cusco, 1999), Ballet de verano (poemas, Cusco, 1999), Vámonos cuervo a fecundar tu cuerva (poemas, Cusco, 2006) y dos libros de antología: Piedra sobre piedra. Poesía cusqueña contemporánea (Cusco, 2000), Halcones y serpientes. El cuento cusqueño del siglo XX (Lima – Perú, 2005)


IV.          DESARROLLO

  1. El erotismo desbordante
“Podemos decir del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte…
La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad. Es la mar, que se fue con el sol”.
                                         Georges Bataille

La poesía erótica es una especie del género lírico cuya característica primordial radica en exaltar con metáforas  plenas de simbología, la sensualidad del cuerpo femenino desnudo, el encuentro carnal o el deseo lujurioso que despierta el cuerpo y la carne. No hay duda que esta forma de poesía es muy antigua y fue esculpida por los más descollantes bardos de la lírica universal.  Safo de Lesbos, Anacreonte, Petrarca, Quevedo y Villegas, Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Apollinaire, García Lorca, Octavio Paz, Gioconda Belli, etc. tienen poemas con tono y contenido eróticos. Hasta en la misma Biblia católica, en el libro Cantar de los cantares se encuentra metáforas y símiles desbordantes de erotismo.
Aunque de primera mano parece fácil, componer un poema erótico o lograr un  verso  es todo un trabajo de escultor, que como toda obra de arte exige del poeta una entrega total y una dedicación exclusiva y un cuidado minucioso. Es por esta razón que pocos poetas han escrito poesía erótica en forma  orgánica; es decir, todo un poemario. En el caso peruano se tiene a Jorge Espinoza Sánchez con Documentos secretos de Sodoma y en caso cusqueño Cantar de cantares de Gustavo Pérez Ocampo y Memorias del deseo de Mario Pantoja.
Este último poemario es producto de casi 4 décadas de jugar con el fuego y en el fuego.  Publicado el año  2012, externamente está presentado en tres secciones. La primera lleva por título Ballet de verano, publicado por separado el año 1999 y va antecedida de una prolija presentación a cargo de la crítica literaria española Helena Usandizaga, la segunda titula Seductor por Afrodita, tiene una presentación firmada por el poeta, narrador, ensayista y docente universitario cusqueño Enrique Rosas Paravicino, la tercera intitula Fuera de serie
Cuando en Cusco de los setentas, ochentas y noventas predominaba la poesía social (Poemas de René Ramírez), la poesía épico-histórica (Inaucis de Juan Osorio), la poesía telúrico-cósmica (Los dioses testarudos de Rosas Paravicino), de la poesía quechua (Yanapaq Jailli de Hurtado de Mendoza) o en otros casos solo se cantaba a la piedra (Distancia y Soledad Machupijchu de Pérez Ocampo), Pantoja, descubre y demuestra que se pueda hacer poesía erótica aún entre las piedras (Léase el poema Las piedras o el amor).  Por eso, el primer mérito que se debe destacar en Mario Pantoja es el haber trabajado insistentemente y durante 40 años un poemario erótico íntegro desbordante de sensualidad y lujuria creativamente metaforizados, para desde Cusco, lanzar una nueva y fresca propuesta poética: la poesía erótica, en sintonía con los manifiestos (de renovación) del grupo Hora Zero de los Verástegui, Pimentel, Ollé, Ramírez Ruiz, Mora, etc.
La primera parte del poemario (Ballet de verano) está  integrado por 25 poemas eróticos. Apertura el texto, el poema Tu rosa natural seguido de Extraviado como Dante.  En ellos se lee:
En noches de sábanas
mis manos
giran
por tu cuerpo
como hojas encendidas.
Palpan tus formas.
Acarician tus pechos  crecidos.
Y descubren
el agua dormida
entre tus muslos.
Extraviado
como Dante
en selva oscura
desciendo a lo más profundo.

Se evidencia en estos versos del primer poema un canto, una exaltación  a esos instantes previos al acto carnal. Son momentos imprescindibles en los cuales las manos (como lenguas de fuego) giran por el cuerpo de la amada, palpan sus formas y acarician sus pechos hasta descubrir el agua dormida entre los muslos de la mujer a quien va a poseer, para finalmente extraviado como Dante (Alighieri) descender a lo más profundo del cuerpo de ella (segundo poema).

En el poema En las líneas no escritas el sujeto de la enunciación es un verdadero casanova. Este auténtico oficiante  del rito sexual, demuestra su talento de augur porque así como un gitano con solo leer la mano puede decirnos quién y cómo es alguien. El poeta enunciador puede decirnos  también cómo son y cómo serán en la danza sexual las muchachas, solo viendo la punta de los senos. El bardo enuncia categóricamente: (…) “puedo yo leerles la suerte, / a las muchachas tan bellas/ de esta tierra caliente,/ en la punta/ de sus senos/ como en la palma/ de sus manos”.   Esa facultad de adivino es fruto de los años de experiencia en ese acto de amor y gozo, que se adquiere  después de haber palpado, acariciado y besado  tantos senos de mujeres tantas, que no las busca el amante poeta sino que ellas vienen. Como prueba, el poeta declama  y enuncia en su poema Expresionismo: “A mí las amantes/ me vienen… Y me despiertan/ ávidos ojos/ cuando están con los senos (como frutos)/ al alcance/ de mi manos,/ o cuando llevan/ vestidos/ que dejan adivinar sus cuerpos”  Esa misma voz de la experiencia suena en Memoria que yo guardo: “Los que hicieron el amor/ tienen los ojos/ más cansados/ que un ave nocturna…”.
Solo aquel que ha poseído a varias mujeres en la intimidad, puede soltar con autoridad los Trapos sucios y declarar: “fue una mujer fría/ donde no se oía/ (en un día y noche de sábanas)/ ningún llamado a la poesía”. A través  de estos versos, se enuncia la idea de que para el poeta las mujeres  necesariamente, aún en la intimidad, tienen que   arrancarnos versos, inspirarnos, para trascender ese acto  sexual de la intimidad a la escritura. Por eso dice: “Las amantes/ que más me interesan/ son las que/ sobre el pasto fresco/ se abren mejor/ en palabras”.  
En Poema visual se lee: “Mis ojos en otros cuerpos solo/ En tu cuerpo./ Con labios posados sobre tus senos/ Hirviente es el vino que/ Ahora consumo. Palpitación de deseos./ Imaginación con letras que describen./ No soñada, sino vista y/ Tocada. (en oleaje de pasiones  me descubres)”. El poema es un acróstico en el cual, con letras en mayúscula que inician los versos,  se lee el nombre y apellido de una mujer. Pero, además de ello, la idea que se desarrolla en este poema es que la verdadera poesía  nace de la experiencia vivida (No soñada, sino vista y/ Tocada).  Y la poesía tiene que sonar a  testimonio de esa  experiencia: “con qué desesperación/ corrí/ a tus muslos/ bañados/ por las aguas de aquel río/ que guardo en secreto…”. Son poemas testimoniales también: Amor de mis amores, Las piedras o el amor, Ávida hembra que cubrió mi pecho,  Tu cuello tiene la marca de los dientes del amor, Así cantaba con Rimbaud, Biografía.
En los  poemas de Pantoja, lo más íntimo de la mujer (su sexo) es creativamente metaforizado con semantemas como: rosa natural,  el mejor valle, el ángulo de sus muslos, tu más profunda piel, flor o profundidad que atrae, la sima de tu piel. La conjunción sexual  y los poemas que nacen después del orgasmo compartido, en los poemas  de Memorias del deseo redimen aquella voz profana de Rubén Darío (gozad de la carne, ese bien que hoy nos hechiza y después se tornará en polvo  y ceniza).
La intensidad del fuego carnal llega a su clímax en el poema Gabriela Lovo: “Puse las manos/ En tu cuerpo./ Sentí tus piernas/ elevarse/ Encima de mis hombros./ Niebla en tus ojos/ y en los míos/ cuando tú me consumes./ Aumenta el placer,/ multiplica el ritmo/.  El erotismo se desborda por completo en el poema Esa flor húmeda de rocío. En este, el poeta declara: Sumérjome,/ húndome,/ ahógome a ratos en esa flor/ o profundidad que me atrae”. Son versos que cantan con metáforas bien esculpidas ese acto electrizante y  maravilloso que es el encuentro  carnal entre varón (macho) y mujer (hembra) en el cual “Tu más profunda piel/ consume/ el agua derramada/ durante la fiesta”.
La misma tonalidad y cadencia se observa en los poemas que integran la sección Seductor por Afrodita. En ambas partes hay una subsección  de poemas breves tipo haikus japoneses en los cuales (primera sección Ballet de verano) el vate exhorta a la mujer: “Mírate desnuda/ en estas montadas/ palabras/ que son tu cuerpo”.  O declara afirmativamente y explica: “La poesía/ olía/ a mujer./ Por eso/ la seguí/ hasta poseerla”.  Pese a la brevedad, de los versos se infiere la idea de que la poesía es sinónimo de mujer y que en la poesía de Pantoja se lee una mujer.
En Memorias del deseo se respira también y en menor cantidad la ternura y la nostalgia. En el poema Te amo por lo que siempre fuiste se lee: “Te amo, por lo que supiste/ comprender que yo era poeta:/ para soñar con otras/ junto a ti”.   Este precioso poema es una gratitud amorosa del poeta a su amada, a su compañera de toda la vida. A ella por todos esos años, le renueva su amor de ayer confesándole en presente indicativo: “Te amo, porque fuiste ayer/ toda la hermosura/ que pude encontrar,/ y hoy eres todo el amor de mi vida/…”.
La nostalgia o saudade que se apodera del poeta al añorar al ser amado que en ese instante se encuentra lejos,  está en: Me fluyen ríos de nostalgia: “Cuando tú/ no vuelves/ después de la tarde,/ el corazón/ se me llena de tristeza./ Cuando tú/ no vuelves/ a vuelta del mundo,/ me fluyen/ ríos de nostalgia”. 
En suma, parafraseando a  Marcuse, en los poemas de Pantoja el destino de la libertad y la felicidad humana dependen de una lucha de instintos, “una lucha entre vida y muerte”, una batalla entre Eros – Vida (la cópula carnal entre varón y mujer) y Tánatos (la soledad ya sea del varón o de la mujer). En los versos de Pantoja está la idea que hacer el amor y escribir poesía sobre ese rito carnal, es vivir plenamente, apostar por la vida y rechazar a la muerte, como se grafica en esta semiósfera. 



    




  1. Intertextualidad en la poesía de Pantoja  

“La intertextualidad, condición indispensable de todo texto, es el que proporciona a la teoría del texto el espacio de lo social: es la totalidad del lenguaje anterior y contemporáneo invadiendo el texto, no según los senderos de una filiación localizable, de una imitación voluntaria, sino de una diseminación, imagen que, a su vez, asegura al texto, el estatuto de ‘productividad’ y no de simple ‘reproducción’”.
                                                                                    Roland Barthes

En el terreno de la lingüística y de la literatura, la intertextualidad como término que hace referencia a la relación entre los textos,  es reciente, pero su práctica o su ejercicio no lo es tanto: se remonta   al origen mismo de la literatura como texto. Consciente de ello, el genio de Ficciones,  el inmortal Borges en  El libro de arena dejó sentenciado: “Ya no quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas”. Pero fue Julia Kristeva quien en 1967, a partir del dialogismo y la polifonía de Bajtín,  acuñó este término. Para ella “Tout texte se construit comme mosaïque de citations, tout texte est absorption et transformation d’un autre texte" (todo texto  se construye como un mosaico de citas, todo texto  es la absorción y transformación de otro texto).  Así, en este océano de palabras que es la escritura no hay libros islas, originales o auténticos. Conforme va leyendo, el lector verdadero descubre en cada párrafo otros textos. No hay textos sino intertextos. Como dice Roland Barthes: “Todo texto es un intertexto. Hay otros textos presentes en él, en distintos niveles y en formas más o menos reconocibles: los textos de la cultura anterior y los de la cultura contemporánea. Todo texto es un tejido realizado a partir de citas anteriores”.
En 1982 apareció Palimpsestes: La littérature au second degré, (Palimpsestos: la literatura en segundo grado) de Gérard Genette, obra cimera y primigenia de la intertextualidad, en la cual  Genette, define a la intertextualidad como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, la presencia efectiva de un texto en otro. Su forma más explícita y literal es la cita (con comillas, con o sin referencia precisa) y la paráfrasis (uso de ciertos modelos o estructuras formales ya existentes para  en base a dicha estructura o formato crear otro texto).
Ejemplos palmarios de intertextualidad tenemos  entre La iliada y La odisea de Homero y La Eneida de Virgilio (parten del mismo contexto: La Guerra de Troya); entre  Don Quijote de la Mancha de Cervantes y el Amadis de Gaula de Garcí Rodríguez de  Montalvo (caballeros andantes y damas en peligro); entre Don Quijote y Madame Bovary de Flaubert (la lectura transporta a un mundo idealizado de libertad a sus protagonistas); entre  Madame BovaryEl eterno marido de Dostoievski (ambas tratan de la infidelidad de la mujer y un marido cornudo, casi tonto); entre Ulises de Joyce y La odisea de Homero (alusión a la obra de Homero en el título y en la acción de los personajes); entre Os sertoes de Da Cunha  y La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa (ambos tratan del mismo tema: la rebelión y posterior masacre de Canudos – Brasil).
En el terreno poético, encontramos intertextualidad entre el poema 16 de Veinte poemas de amor de Pablo Neruda con el poema 30 de El jardinero de Rabindranath Tagore; entre el poema III de Terceto autóctono de Vallejo y el poema El alba de los peregrinos de piedra de Herrera y Reissig; entre Romance de la Barbaracha de Luis Nieto Miranda con  Romance sonámbulo  de García Lorca; entre Cantar de cantares de Gustavo Pérez Ocampo y Cantar de los cantares de Salomón.  Como se ve, los más descollantes vates de la poesía universal, han hecho uso de este recurso textual llamado intertextualidad. Y el poeta Mario Pantoja no ha sido ajeno a la intertextualidad.  Sus poemas mantienen una relación de influencia, alusión o paráfrasis con los mejores textos de la literatura universal. Desde el título Ballet de verano de Pantoja con Ballet de otoño de Romualdo, hasta en los mismos poemas que  a continuación  detallamos.

En el poema Envueltos en fuego de Mario Pantoja tenemos.

Mis besos en esta boca
se encienden
en tu boca
en otras bocas
se apagan…

Envueltos siempre
en fuego
me llevan
hacia tu boca
donde solo es real el amor.

Y veamos  el poema Aquí de Octavio Paz.
Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Solo es real la niebla

Para un lector novel  y poco imaginativo, entre estos dos poemas existiría una copia. Empero, si nos detenemos en la comparación,  dicho vínculo es solo a nivel  léxico- sintáctico (coincidencia entre algunos vocablos, y en la estructuración y orden de las palabras); pero en el fondo, a nivel de las ideas, sentimientos y emociones que expresan los versos, hay una notable diferencia, un distanciamiento abismal.  Mientras en su  poema Aquí Octavio Paz  manifiesta su nostalgia por los días pasados en que la vida le fue mejor a comparación de su vida presente, en el cual “Solo es real la niebla, en  Envueltos en fuego, el poeta cusqueño canta su alegría en un presente porque sus besos se encienden en la boca de su amada, donde solo es real el amor. Niebla y amor no denotan ni connotan lo mismo.

AMOR DE MIS AMORES
Recorrer tu cuerpo
es dar vueltas
al mundo,
envuelto en lenguas de sol
incandescentes.
cruzar a nado
un río de aguas
embravecidas.
montes, ríos, follajes,
pantanos de humedad
descubro en tu cuerpo.

No es fácil quedarse en la cama
ni atreverse a hacer el amor
si alguien nos observa
o nos sospecha.
No creas hacerlo
en un momento fácil de deseo
o instante de sábanas.
               (Mario Pantoja en Ballet de verano)

I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas

(Gioconda Belli en  Pequeñas lecciones de erotismo)

También entre estos dos  textos, el parecido es superficial. La diferencia evidente está en el artículo indefinido UN   que usa  la poeta de Nicaragua,  con el cual, generaliza al objeto nombrado;  con el adjetivo posesivo TU que emplea Pantoja y particulariza al ser mencionado. Mientras  que para la genial Gioconda,  “Recorrer UN cuerpo en su extensión de vela/  es dar la vuelta al mundo”, para el cantor  Pantoja “Recorrer TU cuerpo/  Es dar vueltas/ al mundo”.  En el poema  de Pantoja se describe metafóricamente un sensual y excitante descubrimiento,  en el de Gioconda Belli no; solo se narra una acción, un acontecimiento. 


ESA FLOR HÚMEDA DE ROCÍO
Repaso muchas veces
el libro
de tu cuerpo
en lenguaje secreto.
encuentro esa flor
húmeda de rocío
y me pongo a acariciar
con mis manos
las hojas íntimas llameantes.
Sumérjome,
húndome,
ahógome a ratos en esa flor
o profundidad que me atrae.
No me niego de afirmar
que ahí llevas
el azúcar del mundo.
(Mario Pantoja en Ballet de verano)

III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
(Gioconda Belli en  Pequeñas lecciones de erotismo)

Entre estos dos poemas hay una hipertextualidad. No hay duda que el primer poema creado es el de Gioconda y el de Pantoja después. Empero, lo que aparentemente parece ser paráfrasis  de Pantoja a Gioconda, es en sí un evidente diálogo intertextual.  Una auténtica comunicación o intercambio de sensaciones en la cual, la mujer (hembra), con los verbos en modo imperativo, invita  al varón  (macho): “Encuentra el lago de los nenúfares/ Acaricia con tu ancla el centro del lirio/ Sumérgete ahógate distiéndete/  No te niegues el olor la sal el azúcar”. Y el poeta varón, para demostrar que es macho genuino, no se niega a dicho llamado y responde con los verbos en modo indicativo- afirmativo: “Encuentro esa flor / húmeda de rocío/ y me pondo a acariciar…/ Sumérjome,/ húndome,/ ahógome a ratos en esa flor/  o profundidad que me atrae”. Por su puesto, la invitación de Gioconda no solo era para Pantoja, sino para todos nosotros sus fanáticos lectores;  pero, es el poeta cusqueño   quien le responde con sus versos lo siguiente: hermosa, apasionada y sensual Gioconda, yo desde mi Cusco natal, tierra de sol y de piedra, con esa energía y calor cósmicos,   acudo a tu llamado de hembra y te poseo en tantas mujeres (abanquinas) que por mí han pasado y tienen de ti esa franqueza  y ese instinto de gozo carnal. “No me niego de afirmar/ que ahí llevas/ el azúcar del mundo”.

3.Abancay, capital del amor, de la inspiración y de la sensualidad  femenina 
 “Abancay
Tierra del dios hablador
Jardín de adentro
Vals interior…
Calor de hembra
En celo”
              Mario Pantoja

A sus alumnos y  conocidos, el bardo Mario Pantoja suele revelar su triple identidad: “Soy cusqueño por nacimiento, quillabambino por matrimonio y  abanquino por amante”. Las tres identidades toman como punto  de apoyo a la mujer (madre, esposa y amante) y para cada uno hay poemas en el libro aludido. De la madre nació Mario el hombre; de la esposa, Mario marido y papá, y de la amante, Mario poeta.  Y los gentilicios cusqueño, quillabambino y abanquino son espacios en los cuales ocurrieron los  tres nacimientos. Pero de estos tres espacios, Abancay es lo que más se menciona directa o indirectamente en el libro (12 en total).  Incluso en el primer poema de este libro  ya se hace alusión. Abancay es la capital del departamento de Apurímac, situado al pie del nevado Ampay y sobre el río Pachachaca. Es un valle cálido y primaveral universalizado e inmortalizado por el  taita Arguedas en su novela Los ríos profundos (1958).
54 años después, reaparece Abancay como escenario literario y esta vez en la poesía de Mario Pantoja, ya no como capital de Apurímac, sino como capital del amor, de la inspiración y de la sensualidad femenina.  Y no es casualidad que tanto en la novela de Arguedas (Salvinia) como en el poemario de Pantoja (Mercedes y Soledad), el ser que arranca versos amorosos a los autores, en aquella tierra, sea una mujer. Las abanquinas, en su andar, en su mirada, en su cuerpo y en su entrega carnal,   llevan el ritmo mágico de la poesía y el fuego interminable del amor. Son inspiración, son poesía, son fuego y memoria imborrable. 
En Los ríos profundos una abanquina inspira esta epístola poética  al niño Ernesto (alter ego de Arguedas): “Usted es la dueña de mi alma, adorada niña. Está usted en el sol, en la brisa, en el arcoíris que brilla bajo los puentes, en mis sueños, en las páginas de mis libros, en el cantar de la alondra, en la música de los sauces que crecen junto al agua limpia. Reina mía,  reina de Abancay; reina de los pisonayes floridos; he ido al amanecer hasta tu puerta. Las estrellas dulces de la aurora se posaban en tu ventana; la luz  del amanecer  rodeaba tu casa, formaba corona sobre ella…”.

Y en Memorias del deseo, otra abanquina inspira este poema a Pantoja:

LA CIUDAD DESEADA O EL AMOR

Los paltos de aroma
Son de Abancay
Un viajero de sueños
Yendo a la sangre dulce
De la de allá
Es un lugar tan acogedor
En la noche del emigrante
Protegido  por el viento
De la que yo amo
Aire de los sentimientos
Abancay
Tierra del Dios hablador
Jardín de adentro
Vals interior
El abrazo y el beso  del emigrante
Para el bien
De sus sueños alados
Una caricia en respuesta
Con la que llena  mi boca
Mi amor es ella
Los ríos de su cuerpo
Surcados por mis ojos
Ahora es la ciudad que me enciende
Más allá del deseo
Abancay
Calor de hembra
En celo
Calor del que llega
Tras un sueño
Una mirada suya
Como una luz de noche
Me es suficiente
Una dulce mirada
Desde el fondo
De sus senos afilados
O hasta el fondo de su boca
Soleada
Rapto de locura
Del que tomó su cuerpo
Despojado de un vestido azul
Una noche de agosto.

            El poema es una auténtica oda no  solo a la abanquina, sino a Abancay por ser “Tierra del Dios hablador/ Jardín de adentro, por tener Calor de hembra/ En celo”, por ser ese paraíso  donde habitan mujeres de cabal sensualidad y lujuria ardiente.  La idea se confirma cuando en Seductor por Afrodita Pantoja asevera: “allende los bosques de aire sofocante/ que te incendia/ (Abancay)/ esas hembras de cuerpos divinos/ prometedoras de gozo, son todas ellas seductoras”. Y su piel ardiente no se sabe cómo arrancar.
En los poemas de Pantoja la mujer abanquina como la bella abanquina (flor típica) es parte de la naturaleza de aquel valle del río  Mariño. Por eso el escenario del amor y del placer también  es la naturaleza abanquina: “Entre la tarde/ y mi deseo/ que se agrandan/ cómo quisiera/ llevarte al bosque./ Llevarte al bosque de intimpas/ amante mía/ para tenerte mejor”, desea el poeta.
En el poema también se leen estos versos: “Abancay/ Calor de hembra/ En celo/”, palabras que en una lectura superficial sonarían a desagrado o incluso ofensa. Pero eso no es así, en un texto artístico como el poema y en un contexto poético, las palabras ya no tienen un solo y directo significado, sino  adquieren una inusitada  polisemia y despiertan varios significados, según los ojos con que se mire.   En ese entender, el poeta al decir  “Abancay/ Calor de hembra/ En celo”, manifiesta la idea que, así como las hembras de los animales nunca fingen su estado de celo; la cordial amistad y el amor que brindan las  abanquinas son sinceros y no una actitud fingida.

V.            CONCLUSIONES
Primero: En la mayoría de los versos de Pantoja, pocas veces está presente el hombre solitario o en su mayor soledad. Siempre está en pareja (en cópula carnal) eso es muestra de que Pantoja apuesta por la unión varón-mujer, recordándonos como el cantautor Arjona “de pareja venimos y en pareja hay que terminar”. Este libro de Pantoja, por “celebrar el arte amatorio, el disfrute sexual, la pasión y la sensualidad”,  contiene la conceptualización del amor de pareja como una metáfora dicotómica que representa la VIDA (unión macho – hembra) en oposición a la MUERTE (soledad del hombre). Eso le da al poemario su dimensión universal.
Segundo: Como todo buen libro, Memorias del deseo es un tejido de textos. Prueba de ello, no solo son los poemas expuestos párrafos arriba, sino, la cantidad epígrafes y  citas  que usa el bardo cusqueño, para fundamentar conscientemente su idea, pero para demostrar inconscientemente su vicio incontrolable por la lectura de cuanta  verdadera literatura se ha escrito.
Tercero: La  imagen de Abancay que proyectan los versos de Mario Pantoja es la de una ciudad de clima tropical, de bosques y de pobladores hospitalarios y amigables con el forastero, un paraíso de mujeres bellas, sensuales, apasionadas y arriesgadas con quien las sabe enamorar. Por eso afirma con contundencia: Es un lugar tan acogedor/ En la noche del emigrante. Con este poema Pantoja al igual que Arguedas demuestra que Abancay es la capital del amor, de la inspiración y de la sensualidad  femenina. Una ciudad al cual los que no conocen quisieran ir y los que ya fueron, volver.




BIBLIOGRAFÍA
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