ESCRITURA
QUE PROVOCA
(EROTISMO DESBORDANTE,
INTERTEXTUALIDAD Y ABANCAY EN LA POESÍA DE MARIO PANTOJA)
Por Niel Palomino Gonzales
I.
RESUMEN
El tema central del presente artículo es el
poemario Memorias del deseo de Mario
Pantoja. Del texto se investiga tres
aspectos fundamentales: el erotismo desbordante, la intertextualidad y la
ciudad de Abancay. Los métodos seguidos son la hermenéutica, la semántica
textual y la semántica léxica. Según ello, transcribimos los poemas y luego
analizamos, comparamos, interpretamos, las palabras usadas en los poemas y
también al texto en conjunto. De esa
manera llegamos a afirmar lo siguiente: El poeta cusqueño Mario Pantoja ha volcado su vida a la escritura de poemas
desde 1970. El estilo predominantemente obsesivo de ese ejercicio creativo es
lo erótico. Así, Pantoja, en la mayoría de sus poemas exalta el deseo sexual que despierta la sensualidad del cuerpo femenino y el goce
carnal de los amantes como una metáfora dicotómica de la vida frente a la muerte, dando de esa manera
universalidad a su poemario. En la poética de Pantoja se nota una
intertextualidad latente y patente. Asimismo, Abancay, por ser cuna de mujeres bellas, sensuales y apasionadas,
es también cuna del amor, del placer y
de la inspiración.
II.
PALABRAS CLAVE
Abancay/ Alusión/ Contexto/ Erotismo/ Enunciación/
Enunciado/ Hipertextualidad/ Intertextualidad/ Paráfrasis/ Paratextualidad/
Texto.
III.
DATOS
BIOBIBLIOGRÁFICOS
Nacido en Cusco el año 1947, Mario Pantoja es
docente principal del Departamento Académico de Lingüística de la Universidad
Nacional de San Antonio Abad del Cusco, poeta representante de la Generación 70
de la Poesía Cusqueña, investigador, crítico literario, antologador y maestro a
carta cabal en la Facultad de Educación de la UNSAAC, donde regenta la cátedra
de Literatura Peruana e Hispanoamericana.
Ensayos literarios y
suyos son publicados en la revista Sieteculebras y otras de la región y
del país. Ha publicado libros como Los
actos semejantes (ensayos, Cusco, 1999), Ballet de verano (poemas, Cusco, 1999), Vámonos cuervo a fecundar tu cuerva (poemas, Cusco, 2006) y dos
libros de antología: Piedra sobre piedra.
Poesía cusqueña contemporánea (Cusco, 2000), Halcones y serpientes. El cuento cusqueño del siglo XX (Lima –
Perú, 2005)
IV.
DESARROLLO
- El erotismo
desbordante
“Podemos decir del erotismo que es
la aprobación de la vida hasta en la muerte…
La poesía lleva al mismo punto que todas las
formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de objetos distintos.
Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la
muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad. Es la mar, que se fue con
el sol”.
Georges
Bataille
La poesía erótica es una especie del género
lírico cuya característica primordial radica en exaltar con metáforas plenas de simbología, la sensualidad del
cuerpo femenino desnudo, el encuentro carnal o el deseo lujurioso que despierta
el cuerpo y la carne. No hay duda que esta forma de poesía es muy antigua y fue
esculpida por los más descollantes bardos de la lírica universal. Safo de Lesbos, Anacreonte, Petrarca, Quevedo
y Villegas, Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Apollinaire, García Lorca, Octavio
Paz, Gioconda Belli, etc. tienen poemas con tono y contenido eróticos. Hasta en
la misma Biblia católica, en el libro Cantar
de los cantares se encuentra metáforas y símiles desbordantes de erotismo.
Aunque de primera mano parece fácil, componer
un poema erótico o lograr un verso es todo un trabajo de escultor, que como toda
obra de arte exige del poeta una entrega total y una dedicación exclusiva y un
cuidado minucioso. Es por esta razón que pocos poetas han escrito poesía
erótica en forma orgánica; es decir,
todo un poemario. En el caso peruano se tiene a Jorge Espinoza Sánchez con Documentos secretos de Sodoma y en caso
cusqueño Cantar de cantares de
Gustavo Pérez Ocampo y Memorias del deseo
de Mario Pantoja.
Este último poemario es producto de casi 4
décadas de jugar con el fuego y en el fuego.
Publicado el año 2012,
externamente está presentado en tres secciones. La primera lleva por título Ballet de verano, publicado por separado
el año 1999 y va antecedida de una prolija presentación a cargo de la crítica
literaria española Helena Usandizaga, la segunda titula Seductor por Afrodita, tiene una presentación firmada por el poeta,
narrador, ensayista y docente universitario cusqueño Enrique Rosas Paravicino,
la tercera intitula Fuera de serie.
Cuando en Cusco de los setentas, ochentas y
noventas predominaba la poesía social (Poemas
de René Ramírez), la poesía épico-histórica (Inaucis de Juan Osorio), la poesía telúrico-cósmica (Los dioses testarudos de Rosas
Paravicino), de la poesía quechua (Yanapaq
Jailli de Hurtado de Mendoza) o en otros casos solo se cantaba a la piedra
(Distancia y Soledad Machupijchu de
Pérez Ocampo), Pantoja, descubre y demuestra que se pueda hacer poesía erótica
aún entre las piedras (Léase el poema Las
piedras o el amor). Por eso, el
primer mérito que se debe destacar en Mario Pantoja es el haber trabajado
insistentemente y durante 40 años un poemario erótico íntegro desbordante de
sensualidad y lujuria creativamente metaforizados, para desde Cusco, lanzar una
nueva y fresca propuesta poética: la poesía erótica, en sintonía con los
manifiestos (de renovación) del grupo Hora Zero de los Verástegui, Pimentel,
Ollé, Ramírez Ruiz, Mora, etc.
La primera parte del poemario (Ballet de verano) está integrado por 25 poemas eróticos. Apertura el
texto, el poema Tu rosa natural
seguido de Extraviado como Dante. En ellos se lee:
En noches de
sábanas
mis manos
giran
por tu cuerpo
como hojas
encendidas.
Palpan tus
formas.
Acarician tus
pechos crecidos.
Y descubren
el agua
dormida
entre tus
muslos.
…
Extraviado
como Dante
en selva
oscura
desciendo a
lo más profundo.
Se evidencia en estos versos del primer poema
un canto, una exaltación a esos
instantes previos al acto carnal. Son momentos imprescindibles en los cuales
las manos (como lenguas de fuego) giran por el cuerpo de la amada, palpan sus
formas y acarician sus pechos hasta descubrir el agua dormida entre los muslos
de la mujer a quien va a poseer, para finalmente extraviado como Dante (Alighieri)
descender a lo más profundo del cuerpo de ella (segundo poema).
En el poema En las líneas no escritas el sujeto de la enunciación es un
verdadero casanova. Este auténtico oficiante
del rito sexual, demuestra su talento de augur porque así como un gitano
con solo leer la mano puede decirnos quién y cómo es alguien. El poeta
enunciador puede decirnos también cómo
son y cómo serán en la danza sexual las muchachas, solo viendo la punta de los
senos. El bardo enuncia categóricamente: (…) “puedo yo leerles la suerte, / a
las muchachas tan bellas/ de esta tierra caliente,/ en la punta/ de sus senos/
como en la palma/ de sus manos”. Esa
facultad de adivino es fruto de los años de experiencia en ese acto de amor y
gozo, que se adquiere después de haber
palpado, acariciado y besado tantos
senos de mujeres tantas, que no las busca el amante poeta sino que ellas vienen.
Como prueba, el poeta declama y enuncia
en su poema Expresionismo: “A mí las
amantes/ me vienen… Y me despiertan/ ávidos ojos/ cuando están con los senos
(como frutos)/ al alcance/ de mi manos,/ o cuando llevan/ vestidos/ que dejan
adivinar sus cuerpos” Esa misma voz de
la experiencia suena en Memoria que yo
guardo: “Los que hicieron el amor/ tienen los ojos/ más cansados/ que un
ave nocturna…”.
Solo aquel que ha poseído a varias mujeres en
la intimidad, puede soltar con autoridad los Trapos sucios y declarar: “fue una mujer fría/ donde no se oía/ (en
un día y noche de sábanas)/ ningún llamado a la poesía”. A través de estos versos, se enuncia la idea de que
para el poeta las mujeres
necesariamente, aún en la intimidad, tienen que arrancarnos versos, inspirarnos, para
trascender ese acto sexual de la
intimidad a la escritura. Por eso dice: “Las amantes/ que más me interesan/ son
las que/ sobre el pasto fresco/ se abren mejor/ en palabras”.
En Poema visual
se lee: “Mis ojos en otros cuerpos solo/ En tu cuerpo./ Con labios posados
sobre tus senos/ Hirviente es el vino que/ Ahora consumo. Palpitación de
deseos./ Imaginación con letras que describen./ No soñada, sino vista y/
Tocada. (en oleaje de pasiones me
descubres)”. El poema es un acróstico en el cual, con letras en mayúscula que
inician los versos, se lee el nombre y
apellido de una mujer. Pero, además de ello, la idea que se desarrolla en este
poema es que la verdadera poesía nace de
la experiencia vivida (No soñada, sino vista y/ Tocada). Y la poesía tiene que sonar a testimonio de esa experiencia: “con qué desesperación/ corrí/ a
tus muslos/ bañados/ por las aguas de aquel río/ que guardo en secreto…”. Son
poemas testimoniales también: Amor de mis
amores, Las piedras o el amor, Ávida hembra que cubrió mi pecho, Tu cuello tiene la marca de los dientes del
amor, Así cantaba con Rimbaud, Biografía.
En los
poemas de Pantoja, lo más íntimo de la mujer (su sexo) es creativamente
metaforizado con semantemas como: rosa natural,
el mejor valle, el ángulo de sus muslos, tu más profunda piel, flor o
profundidad que atrae, la sima de tu piel. La conjunción sexual y los poemas que nacen después del orgasmo
compartido, en los poemas de Memorias del deseo redimen aquella voz
profana de Rubén Darío (gozad de la carne, ese bien que hoy nos hechiza y
después se tornará en polvo y ceniza).
La intensidad del fuego carnal llega a su
clímax en el poema Gabriela Lovo: “Puse
las manos/ En tu cuerpo./ Sentí tus piernas/ elevarse/ Encima de mis hombros./
Niebla en tus ojos/ y en los míos/ cuando tú me consumes./ Aumenta el placer,/
multiplica el ritmo/. El erotismo se
desborda por completo en el poema Esa flor húmeda de rocío. En este, el poeta
declara: Sumérjome,/ húndome,/ ahógome a ratos en esa flor/ o profundidad que
me atrae”. Son versos que cantan con metáforas bien esculpidas ese acto
electrizante y maravilloso que es el
encuentro carnal entre varón (macho) y
mujer (hembra) en el cual “Tu más profunda piel/ consume/ el agua derramada/
durante la fiesta”.
La misma tonalidad y cadencia se observa en los poemas
que integran la sección Seductor por
Afrodita. En ambas partes hay una subsección de poemas breves tipo haikus japoneses en los
cuales (primera sección Ballet de verano)
el vate exhorta a la mujer: “Mírate desnuda/ en estas montadas/ palabras/ que
son tu cuerpo”. O declara
afirmativamente y explica: “La poesía/ olía/ a mujer./ Por eso/ la seguí/ hasta
poseerla”. Pese a la brevedad, de los
versos se infiere la idea de que la poesía es sinónimo de mujer y que en la
poesía de Pantoja se lee una mujer.
En Memorias
del deseo se respira también y en menor cantidad la ternura y la nostalgia.
En el poema Te amo por lo que siempre
fuiste se lee: “Te amo, por lo que supiste/ comprender que yo era poeta:/
para soñar con otras/ junto a ti”. Este
precioso poema es una gratitud amorosa del poeta a su amada, a su compañera de
toda la vida. A ella por todos esos años, le renueva su amor de ayer
confesándole en presente indicativo: “Te amo, porque fuiste ayer/ toda la
hermosura/ que pude encontrar,/ y hoy eres todo el amor de mi vida/…”.
La nostalgia o saudade que se apodera del
poeta al añorar al ser amado que en ese instante se encuentra lejos, está en: Me
fluyen ríos de nostalgia: “Cuando tú/ no vuelves/ después de la tarde,/ el
corazón/ se me llena de tristeza./ Cuando tú/ no vuelves/ a vuelta del mundo,/
me fluyen/ ríos de nostalgia”.
En suma, parafraseando a Marcuse, en los poemas de Pantoja el destino
de la libertad y la felicidad humana dependen de una lucha de instintos, “una
lucha entre vida y muerte”, una batalla entre Eros – Vida (la cópula carnal
entre varón y mujer) y Tánatos (la soledad ya sea del varón o de la mujer). En los versos
de Pantoja está la idea que hacer el amor y escribir poesía sobre ese rito
carnal, es vivir plenamente, apostar por la vida y rechazar a la muerte, como
se grafica en esta semiósfera.
- Intertextualidad en
la poesía de Pantoja
“La intertextualidad, condición indispensable
de todo texto, es el que proporciona a la teoría del texto el espacio de lo
social: es la totalidad del lenguaje anterior y contemporáneo invadiendo el
texto, no según los senderos de una filiación localizable, de una imitación
voluntaria, sino de una diseminación, imagen que, a su vez, asegura al texto,
el estatuto de ‘productividad’ y no de simple ‘reproducción’”.
Roland
Barthes
En el terreno de la lingüística y de la
literatura, la intertextualidad como término que hace referencia a la
relación entre los textos, es reciente,
pero su práctica o su ejercicio no lo es tanto: se remonta al origen mismo de la literatura como texto.
Consciente de ello, el genio de Ficciones, el inmortal Borges en El
libro de arena dejó sentenciado: “Ya no quedan más que citas. La lengua es
un sistema de citas”. Pero fue Julia Kristeva quien en 1967, a partir del
dialogismo y la polifonía de Bajtín,
acuñó este término. Para ella “Tout texte se construit comme mosaïque de
citations, tout texte est absorption et transformation d’un autre texte"
(todo texto se construye como un mosaico
de citas, todo texto es la absorción y
transformación de otro texto). Así, en
este océano de palabras que es la escritura no hay libros islas, originales o
auténticos. Conforme va leyendo, el lector verdadero descubre en cada párrafo
otros textos. No hay textos sino intertextos. Como dice Roland Barthes: “Todo
texto es un intertexto. Hay otros textos presentes en él, en distintos niveles
y en formas más o menos reconocibles: los textos de la cultura anterior y los
de la cultura contemporánea. Todo texto es un tejido realizado a partir de
citas anteriores”.
En 1982 apareció Palimpsestes: La littérature
au second degré, (Palimpsestos: la
literatura en segundo grado) de Gérard Genette, obra cimera y primigenia de
la intertextualidad, en la cual Genette,
define a la intertextualidad como una relación de copresencia entre dos o más
textos, es decir, la presencia efectiva de un texto en otro. Su forma más
explícita y literal es la cita (con comillas, con o sin referencia precisa) y
la paráfrasis (uso de ciertos modelos o estructuras formales ya existentes
para en base a dicha estructura o
formato crear otro texto).
Ejemplos palmarios de intertextualidad
tenemos entre La iliada y La odisea de
Homero y La Eneida de Virgilio (parten del mismo contexto: La Guerra de Troya);
entre Don Quijote de la Mancha de Cervantes y el Amadis de Gaula de Garcí Rodríguez de Montalvo (caballeros andantes y damas en
peligro); entre Don Quijote y Madame Bovary de Flaubert (la lectura
transporta a un mundo idealizado de libertad a sus protagonistas); entre Madame
Bovary y El eterno marido de Dostoievski (ambas tratan de la infidelidad de
la mujer y un marido cornudo, casi tonto); entre Ulises de Joyce y La odisea
de Homero (alusión a la obra de Homero en el título y en la acción de los
personajes); entre Os sertoes de Da
Cunha y La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa (ambos tratan del mismo
tema: la rebelión y posterior masacre de Canudos – Brasil).
En el terreno poético, encontramos
intertextualidad entre el poema 16 de
Veinte poemas de amor de Pablo Neruda
con el poema 30 de El jardinero de Rabindranath Tagore;
entre el poema III de Terceto autóctono
de Vallejo y el poema El alba de los
peregrinos de piedra de Herrera y Reissig; entre Romance de la Barbaracha de Luis Nieto Miranda con Romance
sonámbulo de García Lorca; entre Cantar de cantares de Gustavo Pérez
Ocampo y Cantar de los cantares de
Salomón. Como se ve, los más
descollantes vates de la poesía universal, han hecho uso de este recurso
textual llamado intertextualidad. Y el poeta Mario Pantoja no ha sido ajeno a
la intertextualidad. Sus poemas
mantienen una relación de influencia, alusión o paráfrasis con los mejores
textos de la literatura universal. Desde el título Ballet de verano de Pantoja con Ballet
de otoño de Romualdo, hasta en los mismos poemas que a continuación detallamos.
En el poema Envueltos en fuego de Mario Pantoja tenemos.
Mis besos en
esta boca
se encienden
en tu boca
en otras
bocas
se apagan…
Envueltos
siempre
en fuego
me llevan
hacia tu boca
donde solo es
real el amor.
Y veamos el poema Aquí de Octavio Paz.
Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Solo es real la niebla
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Solo es real la niebla
Para un lector novel y poco imaginativo, entre estos dos poemas
existiría una copia. Empero, si nos detenemos en la comparación, dicho vínculo es solo a nivel léxico- sintáctico (coincidencia entre
algunos vocablos, y en la estructuración y orden de las palabras); pero en el
fondo, a nivel de las ideas, sentimientos y emociones que expresan los versos,
hay una notable diferencia, un distanciamiento abismal. Mientras en su poema Aquí
Octavio Paz manifiesta su nostalgia
por los días pasados en que la vida le fue mejor a comparación de su vida
presente, en el cual “Solo es real la niebla, en Envueltos
en fuego, el poeta cusqueño canta su alegría en un presente porque sus
besos se encienden en la boca de su amada, donde solo es real el amor. Niebla y
amor no denotan ni connotan lo mismo.
AMOR DE MIS AMORES
Recorrer tu
cuerpo
es dar
vueltas
al mundo,
envuelto en
lenguas de sol
incandescentes.
cruzar a nado
un río de
aguas
embravecidas.
montes, ríos,
follajes,
pantanos de
humedad
descubro en
tu cuerpo.
No es fácil
quedarse en la cama
ni atreverse
a hacer el amor
si alguien
nos observa
o nos
sospecha.
No creas
hacerlo
en un momento
fácil de deseo
o instante de
sábanas.
(Mario Pantoja en Ballet de
verano)
I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas
(Gioconda Belli en
Pequeñas lecciones de erotismo)
También entre estos dos textos, el parecido es superficial. La
diferencia evidente está en el artículo indefinido UN que usa
la poeta de Nicaragua, con el
cual, generaliza al objeto nombrado; con
el adjetivo posesivo TU que emplea Pantoja y particulariza al ser mencionado.
Mientras que para la genial
Gioconda, “Recorrer UN cuerpo en su
extensión de vela/ es dar la vuelta al
mundo”, para el cantor Pantoja “Recorrer
TU cuerpo/ Es dar vueltas/ al mundo”. En el poema
de Pantoja se describe metafóricamente un sensual y excitante
descubrimiento, en el de Gioconda Belli
no; solo se narra una acción, un acontecimiento.
ESA FLOR HÚMEDA DE ROCÍO
Repaso muchas
veces
el libro
de tu cuerpo
en lenguaje
secreto.
encuentro esa
flor
húmeda de
rocío
y me pongo a
acariciar
con mis manos
las hojas
íntimas llameantes.
Sumérjome,
húndome,
ahógome a
ratos en esa flor
o profundidad
que me atrae.
No me niego
de afirmar
que ahí
llevas
el azúcar del
mundo.
(Mario Pantoja en Ballet
de verano)
III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
(Gioconda
Belli en Pequeñas lecciones de erotismo)
Entre estos dos poemas hay una
hipertextualidad. No hay duda que el primer poema creado es el de Gioconda y el
de Pantoja después. Empero, lo que aparentemente parece ser paráfrasis de Pantoja a Gioconda, es en sí un evidente
diálogo intertextual. Una auténtica
comunicación o intercambio de sensaciones en la cual, la mujer (hembra), con
los verbos en modo imperativo, invita al
varón (macho): “Encuentra el lago de los
nenúfares/ Acaricia con tu ancla el centro del lirio/ Sumérgete ahógate
distiéndete/ No te niegues el olor la
sal el azúcar”. Y el poeta varón, para demostrar que es macho genuino, no se
niega a dicho llamado y responde con los verbos en modo indicativo- afirmativo:
“Encuentro esa flor / húmeda de rocío/ y me pondo a acariciar…/ Sumérjome,/
húndome,/ ahógome a ratos en esa flor/ o
profundidad que me atrae”. Por su puesto, la invitación de Gioconda no solo era
para Pantoja, sino para todos nosotros sus fanáticos lectores; pero, es el poeta cusqueño quien le responde con sus versos lo
siguiente: hermosa, apasionada y sensual Gioconda, yo desde mi Cusco natal,
tierra de sol y de piedra, con esa energía y calor cósmicos, acudo a tu llamado de hembra y te poseo en
tantas mujeres (abanquinas) que por mí han pasado y tienen de ti esa
franqueza y ese instinto de gozo carnal.
“No me niego de afirmar/ que ahí llevas/ el azúcar del mundo”.
3.Abancay, capital
del amor, de la inspiración y de la sensualidad
femenina
“Abancay
Tierra del dios hablador
Jardín de adentro
Vals interior…
Calor de hembra
En celo”
Mario Pantoja
A sus alumnos y conocidos, el bardo Mario Pantoja suele
revelar su triple identidad: “Soy cusqueño por nacimiento, quillabambino por
matrimonio y abanquino por amante”. Las
tres identidades toman como punto de
apoyo a la mujer (madre, esposa y amante) y para cada uno hay poemas en el
libro aludido. De la madre nació Mario el hombre; de la esposa, Mario marido y
papá, y de la amante, Mario poeta. Y los
gentilicios cusqueño, quillabambino y abanquino son espacios en los cuales
ocurrieron los tres nacimientos. Pero de
estos tres espacios, Abancay es lo que más se menciona directa o indirectamente
en el libro (12 en total). Incluso en el
primer poema de este libro ya se hace
alusión. Abancay es la capital del departamento de Apurímac, situado al pie del
nevado Ampay y sobre el río Pachachaca. Es un valle cálido y primaveral
universalizado e inmortalizado por el
taita Arguedas en su novela Los
ríos profundos (1958).
54 años después, reaparece Abancay como
escenario literario y esta vez en la poesía de Mario Pantoja, ya no como
capital de Apurímac, sino como capital del amor, de la inspiración y de la
sensualidad femenina. Y no es casualidad
que tanto en la novela de Arguedas (Salvinia) como en el poemario de Pantoja
(Mercedes y Soledad), el ser que arranca versos amorosos a los autores, en
aquella tierra, sea una mujer. Las abanquinas, en su andar, en su mirada, en su
cuerpo y en su entrega carnal, llevan
el ritmo mágico de la poesía y el fuego interminable del amor. Son inspiración,
son poesía, son fuego y memoria imborrable.
En Los
ríos profundos una abanquina inspira esta epístola poética al niño Ernesto (alter ego de Arguedas):
“Usted es la dueña de mi alma, adorada niña. Está usted en el sol, en la brisa,
en el arcoíris que brilla bajo los puentes, en mis sueños, en las páginas de
mis libros, en el cantar de la alondra, en la música de los sauces que crecen
junto al agua limpia. Reina mía, reina
de Abancay; reina de los pisonayes floridos; he ido al amanecer hasta tu
puerta. Las estrellas dulces de la aurora se posaban en tu ventana; la luz del amanecer
rodeaba tu casa, formaba corona sobre ella…”.
Y en Memorias del
deseo, otra abanquina inspira este poema a Pantoja:
LA CIUDAD DESEADA O EL AMOR
Los paltos de
aroma
Son de
Abancay
Un viajero de
sueños
Yendo a la
sangre dulce
De la de allá
Es un lugar
tan acogedor
En la noche
del emigrante
Protegido por el viento
De la que yo
amo
Aire de los
sentimientos
Abancay
Tierra del
Dios hablador
Jardín de
adentro
Vals interior
El abrazo y
el beso del emigrante
Para el bien
De sus sueños
alados
Una caricia
en respuesta
Con la que
llena mi boca
Mi amor es
ella
Los ríos de
su cuerpo
Surcados por
mis ojos
Ahora es la
ciudad que me enciende
Más allá del
deseo
Abancay
Calor de
hembra
En celo
Calor del que
llega
Tras un sueño
Una mirada
suya
Como una luz
de noche
Me es
suficiente
Una dulce
mirada
Desde el
fondo
De sus senos
afilados
O hasta el
fondo de su boca
Soleada
Rapto de
locura
Del que tomó
su cuerpo
Despojado de
un vestido azul
Una noche de
agosto.
El poema es una auténtica oda no solo a la abanquina, sino a Abancay por ser “Tierra
del Dios hablador/ Jardín de adentro, por tener Calor de hembra/ En celo”, por
ser ese paraíso donde habitan mujeres de
cabal sensualidad y lujuria ardiente. La
idea se confirma cuando en Seductor por
Afrodita Pantoja asevera: “allende los bosques de aire sofocante/ que te
incendia/ (Abancay)/ esas hembras de cuerpos divinos/ prometedoras de gozo, son
todas ellas seductoras”. Y su piel ardiente no se sabe cómo arrancar.
En los poemas de Pantoja la mujer abanquina
como la bella abanquina (flor típica) es parte de la naturaleza de aquel valle
del río Mariño. Por eso el escenario del
amor y del placer también es la
naturaleza abanquina: “Entre la tarde/ y mi deseo/ que se agrandan/ cómo quisiera/
llevarte al bosque./ Llevarte al bosque de intimpas/ amante mía/ para tenerte
mejor”, desea el poeta.
En el poema también se leen estos versos: “Abancay/
Calor de hembra/ En celo/”, palabras que en una lectura superficial sonarían a
desagrado o incluso ofensa. Pero eso no es así, en un texto artístico como el
poema y en un contexto poético, las palabras ya no tienen un solo y directo
significado, sino adquieren una
inusitada polisemia y despiertan varios
significados, según los ojos con que se mire.
En ese entender, el poeta al decir
“Abancay/ Calor de hembra/ En celo”, manifiesta la idea que, así como
las hembras de los animales nunca fingen su estado de celo; la cordial amistad
y el amor que brindan las abanquinas son
sinceros y no una actitud fingida.
V.
CONCLUSIONES
Primero: En la mayoría de los versos de Pantoja, pocas
veces está presente el hombre solitario o en su mayor soledad. Siempre está en
pareja (en cópula carnal) eso es muestra de que Pantoja apuesta por la unión
varón-mujer, recordándonos como el cantautor Arjona “de pareja venimos y en
pareja hay que terminar”. Este libro de Pantoja, por “celebrar el arte
amatorio, el disfrute sexual, la pasión y la sensualidad”, contiene la conceptualización del amor de
pareja como una metáfora dicotómica que representa la VIDA (unión macho –
hembra) en oposición a la MUERTE (soledad del hombre). Eso le da al poemario su
dimensión universal.
Segundo: Como todo buen libro, Memorias del deseo es un tejido de textos. Prueba de ello, no solo
son los poemas expuestos párrafos arriba, sino, la cantidad epígrafes y citas
que usa el bardo cusqueño, para fundamentar conscientemente su idea,
pero para demostrar inconscientemente su vicio incontrolable por la lectura de
cuanta verdadera literatura se ha
escrito.
Tercero: La imagen
de Abancay que proyectan los versos de Mario Pantoja es la de una ciudad de
clima tropical, de bosques y de pobladores hospitalarios y amigables con el
forastero, un paraíso de mujeres bellas, sensuales, apasionadas y arriesgadas
con quien las sabe enamorar. Por eso afirma con contundencia: Es un lugar tan
acogedor/ En la noche del emigrante. Con este poema Pantoja al igual que
Arguedas demuestra que Abancay es la capital del amor, de la inspiración y de
la sensualidad femenina. Una ciudad al
cual los que no conocen quisieran ir y los que ya fueron, volver.
BIBLIOGRAFÍA
·
ARGUEDAS, José María. Los
ríos profundos. Editorial Estruendomudo (edición centenario). Lima – Perú,
2011.
·
ARISTÓTELES. Poética.
Editorial Aguilar. Madrid – España, 1964.
·
BATAILLE, Georges. El
erotismo. Editorial Seix Barral. Barcelona – España, 1983.
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