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sábado, 8 de enero de 2011

A 5 AÑOS DE SU DECESO JAMES OSCCO ANAMARIA, SIGUE SIENDO UN RELÁMPAGO DE AMOR QUE JAMÁS SE EXTINGUIRÁ

Por Niel Palomino Gonzales 


"Pero la poesía no ha muerto, tiene las siete vidas del gato. La molestan, la arrastran por la calle, la escupen la befan, la limitan para ahogarla, la destierran, la encarcelan, le dan cuatro tiros y sale de todos estos episodios con la cara lavada y una sonrisa de arroz".                                  Pablo Neruda.

Esta sentencia inmortal del vate de "Alturas de Machupicchu", viene al caso y habla sin elegías, de un poeta que temprana y extrañamente cayó en las garras despiadadas del crimen: James Oscco Anamaría, joven poeta y profesor calcausino (Antabamba-Apurímac), uno de los proyectos más substanciales y diáfanos     de  la  literatura apurimeña. Esta horrenda muerte, nos recuerda las similares circunstancias en las que fenecieron los mártires de la poesía, que a continuación citamos:  Pushkin, poeta ruso, muerto por espadachín en los sombríos bosques de Moscú, Federico García Lorca asesinado por las cobardes balas franquistas en Granada- España Mariano Melgar fusilado en Umachiri – Puno por las balas realistas o españolas y Javier Heraud fusilado  por el Ejército "Peruano en Pto. Maldonado,     hace 46 años atrás, cuando acaudillaba a un grupo de insurgentes por una causa que sigue siendo la bandera de lucha de los pueblos y hombres aherrojados por todo tipo de tiranía, desigualdad e injusticia. Los ejemplos están y tal  parece que la vida de James Oscco estaba marcada con el mismo sino de los poetas mencionados. De poetas hombres, que paradójicamente, nacen el día que mueren para jamás volver a morir, porque ellos luchan toda la vida y son imprescindibles como diría Bertolt Brecht.

James Oscco Anamaría, nació el año de 1970 en Calcauso -Antabamba (comunidad apurimeña cuna también del prior y crítico barroquista Juan Espinosa Medrano, El Lunarejo)  Estudió  en  la Universidad de Apurímac hoy UTEA en la Facultad de Educación. Se desempeñó como profesor en diversos pueblos de Apurímac. Obtuvo su maestría en Ciencias de la Educación en la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta. Posteriormente ejerció la docencia en la Universidad Tecnológica de los Andes. Finalmente, el anochecer del día jueves 20 de octubre de 2005, fue encontrado muerto y abandonado con signos de tortura en un basural de Abancay. Aun así ¡LA PALABRA NUNCA MUERE! Y a nombre de sus familiares y del pueblo apurimeño que llora su partida exigimos, desde esta revista, que se investigue y que se haga justicia con los autores materiales e intelectuales de esta barbarie.

No conocí personalmente a mi paisano James Oscco, pero sí a través de su pluma ardiente, tierna y cantarina, que es como verdaderamente se conoce a un literato. Desde la primera lectura, en sus obras sentí ese llamado a la naturaleza y a ese paraíso perdido donde prima la igualdad y solidaridad humanas. Por eso me urgía conocerlo, pero no se pudo por motivos diversos. Soñaba mientras tanto con un encuentro en el que juntos cantaríamos el wakataki de nuestra tierra, que tanto adoraba él. Ese sentimiento hoy manchado de dolor, es que ahora me motiva hablar acerca de su breve pero intensa producción literaria y vida como un merecido reconocimiento.

 James Oscco Anamaría, sale a la palestra literaria cuando en 1996 publica su cuento "Wakcha Gaviota" a la sombra de "Warma Kuyay" del gran José María Arguedas en cuanto a estilo, estructura y contenido. Cuatro años más tarde saca a luz "Relámpagos de Amor" en el que compagina armoniosamente lo amoroso, lo humano, lo social, lo telúrico y lo bucólico, todo con ternura andina, aproximándose a Mario Florián, pero con voz propia. Lo amoroso se lee en: "Siento que te arrullas en mi canto/ como la torcaza solitaria/ que se retuerce en el frío... Siento que te desespera la noche' o tal vez agoniza y te socava/ Espera, espera que ya vengo/ trayéndote una alforja de ternuras".
En sus versos el retamal susurra exigiendo perdón entre dos almas enamoradas, la piedra plomiza exige una despedida tierna. La madre es: "surpito naciente/ habita/ en capullo/ canchila/ y / quesito de mis días, estrella germinadora".

Mientras que poemas como: "Testimonio, Maestro fuego, Moriré una y otra vez, Mamitallay, Plegaria para Irak, Ruegos de un Padre", contienen el rasgo humano-social de su poesía. Fichados todos ellos en lugares, estaciones y fechas distintas como: S. I. Abancay, verano 1993, Abancay otoño, 1996, Antabamba, invierno 1997, Circa, invierno 1997, lea, primavera 1999, La Cantuta, Chosica, verano 1999, etc. Esta información aparentemente sin importancia, contiene dos datos significativos, primero: que los poemas publicados en enero de 2000, fueron escritos entre 1993 1999; segundo que los lugares y las estaciones que el autor cita son testimonios evidentes de su recorrido vital y poético en esos años y que además nos confirman que en todo momento y en cualquier lugar, la literatura estuvo en James Oscco, como una forma de vivir eterno. Por otra parte, hace un año atrás había publicado "Siempre Seré Águila", un volumen de tres cuentos. En cada uno de ellos (al mejor estilo de Manuel Scorza en su narrativa) el universo andino, ríos, parajes, animales andinos antropomorfizados, la lluvia, el relámpago, el viento están presentes, naturalmente unidos al campesino que lucha por su dignidad y reivindicación tanto personal, social y cultural. Así su narrativa refleja la violencia y terror de los años 1980 -1990, pero contados por las voces de las víctimas; es decir, el pueblo, que a veces tiene que transformarse en águila, puma o cóndor, para denunciar la verdadera verdad.

A demás, tanto en su obra poética como narrativa, coincidentemente, siempre está presente el tema de la unidad muerte- vida. Así en su más memorable poema, como presagiando lo que le iba a ocurrir dice:
"Si yo muriera algún día
cargaría mi cadáver a tu cementerio universal
cavaría mi tumba en el fondo de tu ser.

Y en una madrugada sonriente y luminosa sembraría geranios y begonias
liberadas en tus neuronas y tus labios ardientes.

Y si volviera a nacer
desde tus entrañas, amada Calcauso
haría parir el trigo y el canto humano
para el hambre y la tristeza cósmica. "
Calcauso, primavera 1998.

El poema nos sugiere que, para el autor, la vida y la muerte no son polos opuestos, sino más bien, una continuidad dialéctica, pues se nace para morir y se muere para volver a nacer. Así lo ratifica en: "Señor crimen, señor injusticia/ no temo morir entre las bestias/pues, moriré una y otra vez/y sabré que la vida es inagotable. "
Como inagotables serán tus palabras, tu verso, James ¿sabes por qué? porque paradójicamente, el crimen ha difundido tu nombre y canto por todas partes. Ese viento cimarrón de los andes esparció tus relámpagos de amor, y ahora estás tan sembrado, tan floreciente, más águila y más ¡VIVO! que nunca en Calcauso Apurímac, tu cementerio universal de palabras, donde nadie más podrá asesinarte nuevamente.

 .



OTROS POEMAS DE JAMES

UNAS PALABRAS SENCILLAS

Nací al borde de los ríos que cantan a su libertad, confundido con las garzas, los zorzales y las torcazas. Confundido con mi gente que hace parir la tierra, haciendo nacer una nueva vida, desde las entrañas de las pachamamas.

Aprendí a cantar mi waylia y mi waka taki, enamorando a las buenamozas de las comunidades de mi departamento. Aprendí el canto de las cascadas, de los árboles y de los ichus, para luego hacer poesía. Aprendí a pelear con los grandes que friegan la vida, imitando a los cernícalos que golpean atrevidamente a los gavilanes.

Por eso, quiero que mi poesía sea dulce como el vuelo de los picaflores, ardiente como el fuego de los valles, moledor como la granizada de los meses de octubre. Escribo porque amo la vida, cómo no he de amarla, si vivo una sola vez. Amo a las mujeres, porque cada mujer es una poesía nueva. Amo a la literatura, porque me permite decir lo que me da la gana, de esta porquería realidad.

Quiero ser canto y danza de los humildes, cuando vuelvan y pretendan asaltar las estrellas del cielo. Quiero ser la sonrisa de los niños que se mueren de hambre, en las grandes urbes. Quiero liberarme de mí mismo, para derrotar mi egoísmo, que me jode; así confundirme con los que necesitan. Quiero que mi poesía sea fuego, que joda a los escamoteadores académicos, que quieren parametrar la creatividad poética.

Finalmente quiero joderme, para volver a nacer, y cantar el dulce canto de los ríos y las cascadas. Ya viví, ya gocé, me queda morir; antes, doy un beso a la vida.

UN CANTO AL AMOR ETERNO
A B. S. C.
 
¡Ay! Lunita luna
por qué me entierras en tus recuerdos
por qué me tumbas con tu ausencia
no tengo rumbo sin tu presencia.

Hoy te busco cansado de sufrir
 y no te encuentro gaviota mía.

Hoy te busco por las orillas del río
testigo puritano de nuestros amores
sólo el susurro de los retamales
exige nuestro perdón.

Sólo la piedra plomiza
donde sentados nos prometíamos
cansada y desilusionada
de nuestras promesas efímeras
exige un adiós de ternuras.

¡Ay! Lunita luna
la flor begonia que sembramos
en el huerto de amores primaverales se
 marchita en protesta a tu traición.

Las avecillas del bosque virginal
sabedoras de nuestros secretos
recuerdan nuestras caricias
cantando al amor eterno.

Las estrellas del anochecer
testigo de nuestras danzas febriles
con sus vuelos desesperados
exige nuestro reencuentro.

Mollebamba, primavera 1998.

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