Publicaciones

miércoles, 12 de enero de 2011

«CANTAR DEL WAKACHUTA» DE NIEL PALOMINO, VIVIR PARA NARRAR LA VIDA

Escribe: Roberto M. Rodríguez Mantilla.

 lunes 29 de noviembre de 2010.


Con la misma inquietud de seguir leyendo como cuando inicié la lectura desde las primeras páginas he llegado hasta la página número 111 de la obra «Cantar del Wakachuta», del escritor Niel Palomino Gonzales, y he concluido en el colofón escrito por el profesor Hernán Trujillo Hurtado.

Por algo ha vivido el autor de la obra, en la provincia de Grau, región Apurímac, donde la vida social de la comunidad del campo y la ciudad son fuentes inagotables de la excelente literatura escrita para narrar la vida; con esto no quiero decir que otras regiones o provincias no sean fuentes de rica inspiración literaria si no que en Grau, en sus distritos y anexos, hay una memoria colectiva que evoca, tradiciones, narraciones vivencias que están dispuestas a sobrevivir, a pesar que poco a poco, el mundo moderno y de la tecnología va llegando a cada pueblo, afirmando una cultura mestiza que no se ha detenido desde la invasión europea en nuestro suelo.

El «Kantar del Wakachuta», no es un simple y frío relato de cuentos, de experiencias de una cultura grauina que se transmite de generación en generación. Es mucho más que describir un territorio y una sociedad enclavada en los andes peruanos. Es emitir un mensaje al Perú y el mundo a partir de lo visto, lo escuchado, lo vivido mediante los sentidos. El «Kantar del Wakachuta» es una narración sencilla, atractiva, seductora que atrapa a los ojos y a la razón del lector y por eso logra mantener el interés por seguir leyendo, palabra tras palabra; página tras página, que induce a no prescindir un solo detalle que determine el desenlace de las historias compiladas en la obra, motivo del presente artículo.

Son seis cuentos que Niel Palomino Gonzales, pone a disposición del público lector carente de buenas noticias, como la publicación de una obra escrita por un apurimeño que destaca en la docencia en la región del Cuzco. Y es que estamos acostumbrados lamentablemente a leer titulares de la prensa local y nacional, noticias o temas que agobian el alma y que hacen liberar jugos gástricos a mala hora entre los ciudadanos.


Resalto por eso, esta obra y creo que en contra de la corriente de las malas noticias, esta obra engendra esperanza y refleja la creatividad y talento de un escritor apurimeño, que poco a poco emigrará de su regionalismo y se internará en el mar de la literatura nacional donde los temas que son de relieve, trascienden a una provincia o una región o un país y se convierten en motivos de la humanidad en el mundo.

Niel Palomino Gonzales, tiene ese talento narrativo que la naturaleza humana le da, no a todos sino al que lo lucha o al que persiste en la labor de leer, de escribir y de
vivir para narrar la vida. Es así que su descripción de escenarios, de hechos, de experiencias vividas y aprendidas, expresadas mediante la palabra escrita, transmite al lector, no solamente el relato emotivo que lo transporta hacia un mundo subjetivo que supera esa imaginación, sino porque hasta la imaginación es real ya que se basa en algo físico y material.

Si el «kantar del Wakachuta» entretiene, es porque además de su sencillez, juega con los recursos descriptivos y palabra tras palabra, página tras página transmite hasta el olor de los escenarios y el calor del afecto que se describe, así como la resignación o el impulso vengador de justicia, atrapados por los sentidos que son reales, porque el autor lo narra, como lo vive con la misma inquietud y naturaleza que se apodera del lector y por eso el «Kantar del Wakachuta», logra esa continuidad lectora que desde ya se convierte en éxito.

Hay leyendas que se mantienen en la memoria colectiva y su riqueza radica allí. Niel palomino Gonzales, logra arrancarle una de ellas, como la de los apus hermanos, Waqutu y Luntumarka, que se enamoran de la misma flor Waqanky, enfrentándose y olvidándose que son hermanos; leyenda que tiene una metáfora válida de rescate de la fraternidad.

Así mismo esa ansia de dejar atrás la tragedia descrita o la experiencia vivida de una realidad equivocada traduce un mensaje de redención civilizadora superior, cuando dice: «…Ahora, aunque estés muerto ¡escúchame bien! Pronto volveré a Grau y allí viviré con mi madre y mi Paulacha adorada muy lejos de ti. Y si ella me da hijos como ya parece ser, los educaré para que no pisen el camino que pisé. Pues no más la vida de Wakachuta que me enseñaste. Ahora volveré a la tierra nuestra para restituir desde la raíz, viejo…». Aquí el mensaje es tácito, el amor a la tierra, a la madre, a la mujer que es Paulacha y a la superación, que como medio, es la educación con la cual busca restituir todo o iniciar lo nuevo, lo bueno y lo bello.

«La Venganza de Aguacero», es una metáfora descriptiva primero de tragedia y después de justicia no exigida sino esperada en lo subjetivo, en el silencio, que finalmente llega cuando «aguacero» embiste y mata, en la corrida de toros, a uno de los integrantes de la cuadrilla de toreros al reconocer que fue él, quién que mató a Chini, el niño pastor, su amo. Y la defensa del medio ambiente, del territorio y de la vida o supervivencia de las comunidades lo expresa en «Operación hormiga», quinto cuento de la obra. Luego, concluye luchando en contra del alcoholismo en su sexto cuento, «Hígado Cocinado».

La sensibilidad del autor del «Kantar del Wakachuta», es continua en su narrativa, allí se puede entender como una experiencia de la infancia o de la adolescencia puede ser motivo de impulso creador de nuestro destino —él no lo dice¬— pero tal ves sea la experiencia vivida en el cuento «Mery y yo», que lo asume y en esa intención logra conmover a su alma, que al parecer marca su vida y la pauta de escritor potencial en ese tiempo y hoy una promesa en camino hacia la consagración definitiva.

Lo justo sería que el público lector agote la edición del « Kantar del Wakachuta» y luego las autoridades e instituciones con responsabilidad de gestión y dedicadas a la tarea cultural, asuman desde ya, la tarea de publicar la segunda edición de esta maravillosa obra, a fin que llegue a todo el territorio nacional para recibir la crítica literaria, necesaria e inevitable.
Roberto M. Rodríguez Mantilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario